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El modelado en el aprendizaje

Modelar es tender puentes

Publicado: 2017-10-14


Un día un taxista me contó que quería estudiar en la universidad, pero que, por su edad y por las horas de manejo, quería estudiar en un horario que le permitiera trabajar y dedicarse bien a sus labores académicas. Le interesaba la ingeniería mecánica. Le planteé algunas sugerencias. Le hablé de los sitios en los que enseño y de otros. Estaba motivado e interesado, y ahí me puse a pensar en el interés con el que llegan los estudiantes ya mayores de 25 al pregrado.

He aprendido mucho al observar el proceso de aprendizaje en los adultos. Son similares y al mismo tiempo distintos a los adolescentes tardíos que enseño. Tomarse el tiempo para comprender los procesos similares y diferentes que operan a diferentes edades es un paso clave en la enseñanza.

En las dos etapas, me ha tocado acompañar procesos de consolidación de autonomía, cuyo desarrollo no es automático. Uno no pasa por las etapas de la vida activando todos los procesos como la actualización de una computadora. El papel del profesor es clave: una vez que el docente ayuda a tender el puente, el proceso de aprendizaje se acelera.

A veces, ahí está el origen de las creencias sobre la evaluación. Pensamos que la evaluación debe ser una prueba de laboratorio en la que el sujeto completamente aislado y "aséptico" de apoyos debe realizar aquello acerca de lo que el docente ha hablado, pero que no ha hecho. Y ese es un gran problema. El hacer junto con el alumno, el modelado, es un recurso extraordinario porque lo enfrenta a uno a sus propias dudas, temores o a aquello que tampoco sabemos. Es un puente en el que alumnos y profesor avanzan juntos.

Probablemente conocemos más que los estudiantes los temas de nuestro ramo (o eso es lo que esperamos). Sin embargo, no lo manejamos todo y aprendemos con ellos (en mi caso, con adolescentes tardíos y con adultos). El enseñar a otro implica siempre también que ese otro también puede enseñar. En el modelado uno se da cuenta de eso. Siempre puede haber alguien que te proponga una salida o una forma de escribir que ni pensaste. Eso lo enfrenta a uno con su ego, y en la enseñanza esto último es aquello que uno debe combatir porque no aporta y porque nos pone a la defensiva.

Mis creencias como docente estaban muy vinculadas con mi ego, con mi forma de aprender, y no veía los procesos del resto. A veces, fui un alumno intuitivo y eso me permitió consolidar ciertos procesos, pero no todos. Llegó un momento en el que la intuición no bastó. En ese momento, necesité ayuda, pero no la pedí porque pensaba que debía realizar todo solo. No hubo alguien que me enseñara a tender puentes. Eso me pasó en la investigación. La metodología es un elemento importante que debe modelarse. De lo contrario, uno se abruma y cae en estados psicológicos de los que cuesta salir. Eso me pasó a mí y ahí pude entender varios procesos que antes no había entendido.

Yo no me permití pedir ayuda y el sistema tampoco modeló lo que debía realizar paso a paso para la rigurosidad. Algunos años después, llegarían unas profesoras maravillosas y un libro brillante que me enseñarían a tender el puente. Tuvieron que pasar 8 años para que yo por fin sintiera que estaba siguiendo un camino pautado para lograr resultados sólidos en la investigación. En ese momento, vi que era importante ayudar a tender puentes y eso hago ahora.


Escrito por

Geraldo César Flores Suárez

37 años: lingüista, magíster en Lingüística-Estudios Andinos y en Cognición, Aprendizaje y Desarrollo, y candidato a doctor en Psicología


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